Sin duda estoy en una de las mejores universidades del mundo: University College London, UCL. De su lista de ex-alumnos notables se desprenden varios secretarios de estado, presidentes, y figuras muy relevantes. Van desde músicos, como los miembros de la banda Coldplay o los de Keane, hasta Mahatma Gandhi -quien estudió leyes en mi universidad- y el inventor del teléfono, Alexander Graham Bell. De sus aulas, de sus maestros y de su investigación se han logrado 27 premios Nobel -contra los 19 que tiene toda Latinoamérica- y 3 medallas Fields, que es como el premio Nobel de Matemáticas -ninguna de esas medallas se ha otorgado jamás a algún latinoamericano.
Con casi 200 años de historia y con sus casi 25 mil alumnos, UCL es una de las universidades más grandes e importantes del Reino Unido. Incluso, el año pasado fue ubicada como la cuarta mejor Universidad del mundo, sólo debajo de MIT, Harvard y Cambridge.
Debido al gran número de alumnos, UCL se ha expandido a la redonda, y ahora abarca un considerable número de cuadras, además de los pequeños edificios satélites que están distribuidos a lo largo y ancho de Londres; cuenta también con dos campus fuera de Londres, uno en Australia y el otro en Qatar. Incluso, conocer los ocho diferentes museos y las 17 bibliotecas que tiene la universidad, podría ser toda una materia dentro del plan de estudios.
Para llegar de un edificio a otro, algunas veces hay un pequeño pasillo laberíntico, algunas otras una puerta bastante escondida, y muchas otras tienes que salir a la calle y atravesar varias manzanas para llegar a tu destino. Los edificios tienen nombres -como Chadwick Building, o Torrington Place- y algunas de las aulas también tienen su nombre propio. Decir que en UCL es un poco confuso moverse entre un salón y otro es un verdadero eufemismo.
La planeación de las materias, junto con sus horarios y aulas parece ser estratégicamente diseñada para obligar a que los alumnos tengan que ejercitarse y correr de un edificio a otro, chocando con los otros 25 mil alumnos que tienen que hacer exactamente la misma actividad, a la misma hora, en sentido contrario. Bajas escaleras, cruzas por pasillos, tomas, junto con otras 30 personas un elevador con capacidad para sólo cinco y llegas corriendo a tu siguiente clase.
En UCL es fácil conseguir un mapa del campus, aunque no por eso es fácil ubicar el edificio al que vas, ni el piso ni el salón. Incluso tenemos un diseñador web de rutas, el cual funciona bastante bien, aunque no siempre es fácil tener acceso a una computadora para ver tu mejor trayectoria. Además, una vez que llegas al edificio, no estás resuelto, pues algunos de ellos tienen múltiples entradas, y tienes que escoger la adecuada, pues los pasillos no siempre se comunican.
Varias veces he intentado innovar y tomar una ruta distinta para correr de una clase a la otra, y, aunque algunas veces me funciona y llego a tiempo, más frecuentemente llego a un patio semiabandonado dentro de alguno de los edificios, o de pronto estoy en las bambalinas de un teatro, o llego al sótano de ese edificio, y entre tuberías de calefacción y pasillos obscuros -cual mazmorra medieval- decido que es mejor regresar y tomar el camino de todos los días.