Desde que mi hermano me dijo que ya tenía su boleto, empezamos a planear nuestros días por acá. Yo, por supuesto, quería ir a París a pasar año nuevo, pero a mi hermano no le encantó la idea. Por alguna extraña razón nunca ha querido ir a Francia (no sabe de lo que se pierde). Decidimos entonces quedarnos en la isla e ir a Manchester y Liverpool.
Manchester es “un pequeño Londres” en el centro de la isla y efectivamente se parece muchísimo. La arquitectura es sumamente interesante: puentes sobre el río, una zona de canales, plazas decoradas de navidad y centros comerciales. La ciudad tiene mucha energía y mucha actividad. Recorrimos de arriba a abajo la ciudad, nos metimos a los museos (en particular el Museo Nacional del Fútbol) y a la catedral.
El segundo día que estuvimos ahí, y como practicamente habíamos visitado todos los lugares que nos interesaban a los dos, emprendimos una pequeña caminata en dirección a The Lowry, un punto que se veía muy interesante y con muchas recomendaciones en las guías turísticas de la ciudad. Grave error. Caímos en el engaño y la distorsión de los mapas turísticos, y lo que parecía una mediana caminata (yo estimé media hora) se hizo un largísimo recorrido de más de dos horas en el frío, la lluvia y las ganas de ir al baño, en una carretera prácticamente abandonada. En algún punto pensamos abortar la misión y dar vuelta atrás, pero eso sólo hubiera significado echarnos la misma distancia de regreso. Con dolor de piernas y un frío que nos hacía doler los brazos y la cara, la caminata fue uno de los puntos más pesados de nuestro viaje, e incluso nos tomó tanto tiempo que aunque empezamos el trayecto a plena luz de día, se nos hizo de noche antes de llegar.
Afortunadamente el lugar vale la pena visitarlo y echarse unos tragos ahí. The Lowry es un conjunto the teatros, cines, museos y salas de exposiciones, que aunque ya estaba cerrado cuando llegamos, la arquitectura y los puentes de esa zona son sumamente interesantes.
El regreso de The Lowry a nuestro hotel lo hicimos en un tranvía amarillo, que es el principal medio de transporte de la ciudad. Creo que Manchester es un lugar que definitivamente tiene su muy particular encanto, desde las pequeñas plazas y callejones obscuros, su pequeño tranvía y su universidad.
Aquí las fotos que tomé de Manchester.