¡Malditos burócratas!

Es muy usual, más que usual diría yo, que en México nos quejemos de los burócratas: ¡Malditos, que además, viven de MIS impuestos! ¿y qué hacen, si se la pasan comiendo tortas todo el día?

Aunque el término burócrata se utiliza por lo general para designar a empleados ineficientes, en particular en México se refiere a los empleados del gobierno. Creo que es un estigma más que justo. En la concepción social había dos clases de burócratas: de los Godínez que no hacen nada, o de los de arriba que sólo roban.

En realidad, creo y espero que ese prejuicio ya esté caduco. La aparato burocrático requiere ser analizado desde un punto de vista mucho más objetivo y analítico.

¿A QUÉ BURÓCRATAS CONOCES?

Es regular conocer a la burocracia front office, que es aquella que te recibe papeles, realiza trámites, sella oficios y te contesta algún teléfono. Ese tipo de empleados no son muy diferentes a los de Telcel o de algún banco. ¿Alguna vez has usado la Súperlínea de Santander? Es, según mi experiencia, el peor call center que existe, con la peor atención posible, y ¡no son burócratas!.

Ese tipo de empleados son los que usualmente generan una mala imagen y de donde surge el estigma de que trabajar en la administración pública sólo es para gente incompetente.

MI EXPERIENCIA

Llevo ya tres años trabajando como burócrata. Las vueltas -arrastradas- que te da la vida. Un niño sueña con ser astronauta, futbolista, médico tal vez, hasta presidente, pero ¿empleado de gobierno? jamás; incluso, estudiando la carrera sueñas con hacer un posgrado, trabajar en la academia, en una consultoría o finanzas, pero trabajar en el sector público no es algo aspiracional.

Reconozco que disfruto mucho cuando me topo con personas, que cuándo saben que soy burócrata, me ponen una mirada de lástima o compasión. ¡Qué cerrado puedes ser! ¿Cómo te hace mejor trabajar en el sector privado que en el público?

UNA GRAN SATISFACCIÓN

Creo que el principal factor de por qué entré al sector público, fue la sensación de satisfacción de trabajar, no para enriquecer a alguien más, no para vender más Sabritas o más Hot Wheels, no para manejar las inversiones de algún millonario, sino trabajar por mi, por mi seguridad y por mi bienestar. Ahora, no sólo me puedo quejar de los burócratas, del gobierno y de sus programas, sino que los puedo intentar cambiar.

¡Malditos burócratas!

PERO SÍ ¡MALDITOS BURÓCRATAS!

En mi experiencia, me he encontrado de todo. Gente preocupada por hacer un buen trabajo, por mejorar la sociedad y su gobierno. Personas verdaderamente comprometidas con la Ciudad y con su dependencia. Verdaderos modelos a seguir, líderes que sacan el mayor provecho de sus recursos; personas que manejan millones de pesos de recursos públicos y que entregan cuentas transparentes.

También en estos tres años de trabajar en el gobierno, he visto de todo: nepotismo, ineficiencia, ineficacia, falta de liderazgos, mesianismos, compadrazgos, abusos de poder. No necesariamente están los más capaces, ni los más comprometidos; en algunos casos, sólo están los más conectados. Desafortunadamente, muchos trabajan sólo por trabajar, sólo por que les paguen, sin tomar en cuenta el impacto que tienen con la sociedad. Aquí, las canas valen y mucho ¿Cómo puede alguien menor de treinta aspirar a esto o aquello?. A veces, sólo se premia al viejo, sólo por el hecho de ser viejo y no por el hecho de ser bueno. Considero que falta un mecanismo de evaluación a los burócratas, indicadores, metas de desempeño y dinamismo en las contrataciones y despidos.

Lo que es muy cierto, es que si te quejas de la burocracia, o que ves en el aparato el origen de los problemas de México, te olvidas que, al igual que los profesionistas, los políticos, los futbolistas y hasta los artistas, los burócratas sólo somos un reflejo de la sociedad.

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